En primer lugar, el objetivo que se quería cumplir era la reducción de residuos creados por la empresa para la que trabajaremos aprovechando los aguacates que estén en mal estado o tengan un aspecto poco estético. Para ello, tras un proceso de investigación, se llegó a la conclusión de que podía crear tinta con la parte más carnosa del hueso de aguacate además de diseñar a la vez con la propia semilla el recipiente que recogería esa tinta, tallándolo en forma de cuenco e incluyendo el logotipo de la marca que creará llamada INKA, que proviene de la palabra tinta en inglés INK y originando un juego de palabras ya que la cultura INCA fue la primera en la que se tiene constancia de que cultivaban el aguacate.
En segundo lugar, mientras se ampliaba la información de cómo podía aprovechar más del aguacate se descubrió que unos estudiantes de Willem de Kooning Academie en Rotterdam habían desarrollado una especie de cuero no muy diferente al cuero animal con frutas deshechadas.
Dicho esto, la segunda idea sería fabricar cuero con la pulpa del aguacate para crear cuadernos de dibujo de forma ecológica que acompañen a la tinta, que sean poco pesados y fáciles de llevar para dibujar, escribir, tomar apuntes... en cualquier lugar.